
Volvió a ir a su habitación como todas las mañana desde hacía una semana, todo había ocurrido muy rápido, es cierto que la enfermedad estaba empeorando y avanzando cada vez con más gravedad, ya era incapaz de hacer las cosas más cotidianas sin olvidarse de donde quedaba el baño o quienes eran esas personas que le hablaban con tanto afecto. Esa tarde irían a visitarlo, había que celebrar algo importante y es que era su cumpleaños…hacía dos días que no lo veía porque había habido problemas en la residencia con el régimen de visitas pero al fin podrían reunirse todas las hermanas y cantarles a su padre el cumpleaños feliz que tanto esperaban.
Salió de la habitación y se dirigió a la cocina para llamar a su hermana y concretar la hora a la que irían de visita, cogió el teléfono y marcó su número, se lo sabía de memoria, en los últimos días había la había llamado mucho para saber del estado de su padre. A las 5.30 era la hora perfecta, no habría mucha gente en el hospital y tenían toda la tarde libre para estar con él, deseaba muchísimo verle, aún no se había perdonado haberlo mandado a la residencia y no haberse hecho cargo de él cuando más lo necesitaba.
Él siempre había estado a su lado en los peores momentos desde que su madre falleció por un cáncer que no lograron ver a tiempo para salvarla, desde que sus hermanas se habían independizado él había sido su único apoyo y era lo que le daba las fuerzas necesarias para seguir adelante, ahora ocurría esto, desde hace tiempo ella se había encargado de cuidarlo pero ya le era imposible, llegó a prescindir de sus 24 horas diarias y eso ella no se lo podía permitir, aún así no podía dejar de sentirse culpable por no haber hecho todo lo suficiente…
Una vez se duchó, empezó a vestirse y se fue al cuarto de baño para peinarse y echarse un poco de colorete que le diera un poco más de color a su cara cada día más pálida…Cogió las llaves y salió por la puerta dirección a la residencia y a lo que seguro sería una de las tardes más bonitas desde hace semanas.
A los cinco minutos una llamada telefónica rompía aquel silencio que inundaba la habitación llenándola de un sonido un tanto estridente…sonó seis veces antes de que saltara el contestador con su mensajito de bienvenida:
-Hola soy Mónica, ahora mismo no me encuentro en casa, deje su mensaje y si es algo muy importante llámenme al móvil.
-Hola señorita, llamó del hospital, siento informarle que hace unos minutos han traído a su padre al hospital, no puedo darle muchos detalles porque aún no conocemos las causas pero según me han informado ha cruzado una avenida con el semáforo en rojo y un coche lo ha atropellado, lleva la bata de una residencia de los alrededores de donde lo encontramos, nos han informado de que padece alzhéimer, supongo que eso lo explica todo, venga al hospital en…piiiiii.
Saltó el contestador, el tiempo de la llamada ya había finalizado por lo que la habitación volvió a recuperar ese silencio que había perdido hacía unos minutos.
Salió de la habitación y se dirigió a la cocina para llamar a su hermana y concretar la hora a la que irían de visita, cogió el teléfono y marcó su número, se lo sabía de memoria, en los últimos días había la había llamado mucho para saber del estado de su padre. A las 5.30 era la hora perfecta, no habría mucha gente en el hospital y tenían toda la tarde libre para estar con él, deseaba muchísimo verle, aún no se había perdonado haberlo mandado a la residencia y no haberse hecho cargo de él cuando más lo necesitaba.
Él siempre había estado a su lado en los peores momentos desde que su madre falleció por un cáncer que no lograron ver a tiempo para salvarla, desde que sus hermanas se habían independizado él había sido su único apoyo y era lo que le daba las fuerzas necesarias para seguir adelante, ahora ocurría esto, desde hace tiempo ella se había encargado de cuidarlo pero ya le era imposible, llegó a prescindir de sus 24 horas diarias y eso ella no se lo podía permitir, aún así no podía dejar de sentirse culpable por no haber hecho todo lo suficiente…
Una vez se duchó, empezó a vestirse y se fue al cuarto de baño para peinarse y echarse un poco de colorete que le diera un poco más de color a su cara cada día más pálida…Cogió las llaves y salió por la puerta dirección a la residencia y a lo que seguro sería una de las tardes más bonitas desde hace semanas.
A los cinco minutos una llamada telefónica rompía aquel silencio que inundaba la habitación llenándola de un sonido un tanto estridente…sonó seis veces antes de que saltara el contestador con su mensajito de bienvenida:
-Hola soy Mónica, ahora mismo no me encuentro en casa, deje su mensaje y si es algo muy importante llámenme al móvil.
-Hola señorita, llamó del hospital, siento informarle que hace unos minutos han traído a su padre al hospital, no puedo darle muchos detalles porque aún no conocemos las causas pero según me han informado ha cruzado una avenida con el semáforo en rojo y un coche lo ha atropellado, lleva la bata de una residencia de los alrededores de donde lo encontramos, nos han informado de que padece alzhéimer, supongo que eso lo explica todo, venga al hospital en…piiiiii.
Saltó el contestador, el tiempo de la llamada ya había finalizado por lo que la habitación volvió a recuperar ese silencio que había perdido hacía unos minutos.